Timo del amor en Valladolid: «Le dije que le iba a denunciar y contestó: ¿Quieres daño, campeona? Lo tendrás» | El Norte de Castilla

2022-05-21 09:48:43 By : Ms. Rain Lu

La denunciante, Begoña R. P., durante la entrevista. / Ramón Gómez

Da un paso al frente «para que a otras personas no les pase», pero pide mantener el anonimato por su familia, por vergüenza y porque reside en un pueblo y la aterroriza que la juzguen. Begoña R. P. tiene 51 años, es divorciada, sin hijos, y trabaja como teleoperadora. Cuando en 2019 su vida se cruzó vía Facebook con J. M. S. S., no podía imaginar que ese nuevo amigo que llegó en un momento de especial vulnerabilidad (estaba recién separada) y por el que incluso llegó a tener sentimientos, se iba a convertir en el monstruo que desde entonces le impide conciliar el sueño, por muchas pastillas que tome.

Relata que él fue quien contactó con ella a través de una amiga común de esa red social y que pronto intercambiaron los teléfonos y comenzaron a chatear por Messenger. «Era una relación amistosa, manteníamos una relación de amistad en la distancia, me llamaba todos los días. Es que te dicen un buenos días por la mañana y sientes que le importas a alguien», reconoce Begoña, casi como disculpándose por ser «extremadamente sensible». Él le contó que tenía una empresa de grúas industriales y que por ello viajaba mucho por España, así que en muchas ocasiones hicieron planes para conocerse en persona. «Llegamos a quedar varias veces para vernos en Madrid o en Valladolid, pero en el último momento cancelaba la cita con excusas de que se había surgido algo urgente», explica la denunciante que en varias ocasiones, a lo largo de la entrevista, tiene que enjugarse la emoción que le asoma a los ojos al recordar los pormenores de una relación que resultó ser un completo engaño. «Es que la estafa va más allá del dinero, conocía mi situación personal, sabía de mi depresión y ansiedad, y no se apiadó, fue frío y calculador. Me decía que me consideraba su pareja, me decía lo que necesitaba, cosas bonitas. Yo buscaba una compañía».

La primera vez que le pidió dinero fue el 8 de marzo de 2021, aunque lo hizo de forma muy sutil. En el mensaje que le mandó, decía: «¿Si te dan la oportunidad de comprar un apartamento en la playa de Cádiz con dos habitaciones y garaje, por una cantidad irrisoria de 6.000 o 7.000 euros, qué harías? Pero no se lo digas a nadie, después te llamo». Son 600 páginas de mensajes las que ha recopilado Begoña y que están en el procedimiento judicial que se sigue por estafa contra J. M. S. S. en el Juzgado de Instrucción 3 de Valladolid. Al principio le dijo que no tenía dinero, que no estaba interesada, pero él no dejó de llamarla y de insistir en que tenía un amigo en los juzgados de Cádiz, que los apartamentos eran de subasta y que se quedara con uno». Finalmente, cedió y realizó varios envíos de dinero a una cuenta que le indicó S. S., no solo para pagar el piso, sino para los muebles, porque le aseguró que lo alquilarían enseguida y obtendrían un beneficio. «Me dijo que me mandarían un correo del juzgado de Cádiz para confirmar el envío pero no recibí nada. Entonces me quiero echar para atrás en la operación y le digo que me devuelva el dinero, y es cuando le cambia la personalidad». El hombre simpático, amable y comprensivo se torna agresivo. «Me dice, me estáis jodiendo, esto es muy importante... Me culpabilizaba e insistía en que para él yo era su pareja, que cómo podía dudar de él, y me enfrentó con mi familia, decía que querían quedarse con mi dinero». En este punto, Begoña rompe a llorar. «Me da vergüenza mirarles a la cara, los ahorros de mis padres, de mi hermana y mis sobrinos... Eso es lo que no puedo asimilar».

Pero, a pesar de ello, la relación entre ambos continuó en el chat, sin verse en persona. Hasta que Begoña le anunció que su exmarido y ella iban a vender la casa que habían tenido en común y que iban a ir a la notaría. «Entonces, cuando le digo que tengo la casa vendida y tal día firmamos, me dice que él va a venir a Valladolid porque necesito a alguien a mi lado que me apoye. Estaba tan ida en ese momento que mi mente dejó a un lado que todo el dinero del apartamento no me lo había devuelto: 9.500 euros», prosigue la denunciante.

Fue cuando le tuvo delante por primera vez en Valladolid, el sábado antes de ir a firmar al notario, cuando la primera impresión no fue muy buena, confiesa la mujer. La acompañó hasta la puerta de la notaría y cuando fueron a comer, el hombre se guardó el sobre con el dinero obtenido de la venta de la casa con el pretexto de que podían robárselo del bolso. «Se quedó con 16.000 euros para invertirlos en bitcoin, pero nunca me mandó nada. A partir de entonces fue cuando mi hermana y yo empezamos a rastrear en Internet y descubrimos que había estafado a mucha más gente».

Para rematar, subraya, se despidió aquel día de su estancia en Valladolid alegando que tenía que marcharse urgentemente y que le prestara el coche, que como tenía las ruedas flojas que se las sustituiría en un taller y que en 15 días volvería para buscarla e irse juntos unos días de vacaciones. Begoña accedió. «Yo soy de esa manera de ser, si puedo ayudar a una persona, lo hago», se justifica. Tuvo que ir a Sevilla a recuperar su vehículo. «Mientras me decía que el coche estaba en el taller, se hizo con él 5.000 kilómetros», indica la víctima de esta estafa del amor. Dentro del coche, «que estaba en estado lamentable» y tenía medio arrancada la matrícula, encontraron un recibo de un párking de una playa de Los Caños de Meca.

En el rastreo en Internet realizado por las hermanas descubrieron que S. S. estaba inmerso desde 2018 en un procedimiento penal por una supuesta estafa piramidal a 40 familias de Cádiz y Sevilla, que le habían dado sus ahorros para comprar pisos y coches de subastas judiciales. Le imputan una estafa continuada de un millón de euros. Está en libertad.

Begoña escribió a su amigo gaditano para decirle que era un estafador y que le iba a denunciar. Este le dijo que al día siguiente un contacto suyo le llevaría 20.000 euros y quedaron a las diez de la mañana en la Plaza Mayor de Valladolid. Eso nunca ocurrió. A partir de entonces comenzaron las amenazas, subraya Begoña. «Me decía, ¿quieres daño, campeona? Pues lo vas a tener». Lo siguiente que hizo fue intentar chantajearla con unas fotografías íntimas que le había mandado. «No solo me las mandó a mí, sino que también se las mandó a mi hermana», dice, completamente arrepentida de haber enviado esas imágenes a quien consideraba un amigo especial y ha resultado ser su peor pesadilla.

«¿Qué cómo me siento ahora? Pues en cierto modo liberada por haberlo denunciado. Pero esto ha marcado un antes y un después en mi vida. Ha acabado con mi autoestima, me veo incapaz de empatizar, no puedo hablar con nadie, no salgo de casa si no es para pasear a la perrita... Me dicen en mi casa, Bego, no eres la que eras».